Este sábado hubo un festival de la canción que se televisó en todos los países europeos, igual no lo saben porque ha dado poco que hablar.
El festival consiste en que cada país envía un cantante o grupo, preferentemente hipersexualizado, que actúa una canción con el apoyo de bailarines semidesnudos y muchos efectos visuales.
Cada país, a su vez, tiene un jurado misterioso que vota a los cantantes de otros países otorgándoles 12, 10, 8, 7, 6, 5, 4, 3, 2 o 1 punto, en teoría según su calidad musical y en la práctica teniendo muy en cuenta su proximidad geográfica. Las puntuaciones se van publicando país a país en simpáticas conexiones internacionales. Cada vez que un país vota el cantante que recibe sus 12 puntos se pone efusivamente contento y al final el que tiene más puntos gana.
O ganaba. Porque, como avance democrático, a la puntuación de los elitistas jurados musicales se añade, desde hace unos años, la puntuación del pueblo soberano recibida a través de lucrativos sistemas telemáticos de pago por voto. En este caso, y por aligerar, se va sumando a la puntuación obtenida por cada país en la fase de jurados el total de votos que le han concedido los votantes populares entre todos los países votantes. Como además se empieza por los últimos países clasificados llega un momento en que la clasificación está encabezada por países que ya han recibido los votos de la segunda fase, mientras los que están pendientes de recibirlos, los más votados en la primera fase, van cayendo a peores posiciones. Cada voto a un nuevo país de la parte alta de la tabla puede conseguir que se ponga provisionalmente en primera posición.
Este año, al acabar la primera fase, esta era la clasificación:
Supongo que todo el mundo habrá comprobado que la suma de puntuaciones de los países es 2.146 puntos, que es exactamente el resultado de multiplicar 37, que era el número de países que votaban, por 58, que era el total de puntos otorgado por cada país.
Bien, pues al ir sumando los puntos de la segunda fase, a falta de conocerse la puntuación de los últimos dos países, la tabla era ésta:
Como se puede comprobar, iba ganando Croacia con 547 puntos a falta de conocerse la puntuación de la segunda fase de Suiza, que tenía 365, y de Francia, que tenía 218.
Si alguien hubiese hecho su trabajo podría haber anunciado que cuando se anunciase el resultado de Francia ya se conocería con toda certeza el ganador final. Sólo faltaban por publicarse 453 puntos, que es la diferencia entre los 4.350 puntos que se iban a conceder (37 votos de jurados y 38 votos populares de países) y los 3.897 que ya estaban concedidos.
Esos 453 puntos eran la suma de los puntos que iban a recibir Francia y Suiza, así que, aparte de empates, podían ocurrir tres cosas:
- Si Francia sacaba entre 0 y 270 puntos ganaría Suiza, que al sumar entre 453 y 183 puntos superaría a Croacia.
- Si Francia sacaba entre 272 y 328 puntos ganaría Croacia, que no se vería superada ni por Francia ni por Suiza, que se quedaría por debajo de 182 puntos y no alcanzaría los 547 puntos del croata.
- Y si Francia sacaba más de 329 puntos ganaría el concurso, porque superaría los 547 puntos de Croacia, y Suiza sólo conseguiría entre 0 y 123 puntos.
Si Francia sacaba 271 puntos empatarían a 547 Suiza y Croacia y si Francia sacaba 329 puntos empatarían a 547 Croacia y Francia.
Así que cuando se anunció que Francia tenía 227 puntos, que le llevaban hasta los 445 puntos en la clasificación final, ya se podía saber que había ganado Suiza, que iba a recibir 226 puntos y se iba a ir hasta los 591 puntos. Elemental.
Pero no, el programa, en su crueldad refinada, prefirió mantener al borde del infarto a croatas y suizos durante dos largos minutos hasta que al final se anunció su puntuación.
Una puntuación que cualquier periodista con un poco de olfato podría haber anunciado minutos antes que el resto del mundo. Seguro que con esa primicia mundial se habría hecho viral, y hoy sería un profesional respetado, seguramente tertuliano de Herrera o de Ángels, o participante de Supervivientes.
Incluso habría arrebatado el Nobel de Periodismo a la muchacha que enviaron a Sevilla a informar a las 3 de la tarde de que era verano y hacía calor .